
Y de pronto cesó la algarabía y paró toda la actividad humana. Los países cerraron sus fronteras, las familias se recogieron en sus casas y la vida se aquietó por las calles. Comenzó por Asía, se extendió por Europa y llegó a América. Un pequeño y diminuto virus, que visto desde el microscopio parece estar coronado y por eso se le bautizó como el coronavirus.
¿Como surgió? No lo sabemos con exactitud, lo que si sabemos es que para controlarlo ha sido necesario poner en cuarentena y dar toque de queda en algunos lados.
¿Que aprendemos? Indiscutiblemente el mundo ya no será igual después de esta contingencia. Veo a la humanidad como un gusanillo herido y retorciéndose, pero reinventándose. Saldremos de esta, pero saldremos con nueva visión, totalmente reenfocada y rediseñada para responder a los nuevos retos.
La iglesia que por muchos años se ha rehusado a salir de las cuatro paredes y que se ha conformado a las conferencias, confraternidades, conciertos, capacitaciones y entrenamientos. Enfocada en edificarse y fortalecerse a sí misma. Ahora tendrá que entender que “donde estén dos o tres congregados en mi nombre allí estoy yo en medio de ellos”. La iglesia no es el edificio, ni la multitud, ni los profesionales del canto y la palabra. La iglesia es la gente con la intención de comunión en cualquier lugar o espacio de la tierra.
La iglesia no tiene que preocuparse por edificar la iglesia. Es Cristo quien edifica su iglesia Mt.18 y edificar la iglesia no tiene nada que ver con la construcción de hermosas catedrales, arquitectónicamente impresionantes. He conocido familias y ministerios, y yo mismo lo viví, que creyendo glorificar el nombre De Dios, entregamos enormes cantidades de tiempo, esfuerzo, energía y dinero en la construcción de un templo. Edificar la iglesia no tiene nada que ver con lo material y no nos corresponde a nosotros el hacerlo. Hoy ante la pandemia que nos paraliza tenemos que replantear y corregir. No nos envío Cristo a edificar monumentos, ni siquiera nos comisiono a edificar su iglesia. De eso se encarga El.
La responsabilidad que, si se nos dio y no estamos cumpliendo, aunque muchos argumentemos que si, es la de HACER DISCÍPULOS. Decimos que cuando le testificamos a alguien, eso es hacer discípulos y no lo es.
Argüimos que cuando invitamos o llevamos a alguien a nuestro templo es hacer discípulos. Y eso también es incorrecto.
Creemos que tomando un curso con las doctrinas básicas de nuestra iglesia es hacer discípulos y también esto esta equivocado.
Si vemos a Jesús como el gran ejemplo de hacer discípulos, descubriremos que:
- Para hacer discípulos tienes que tener una comunión seria personal y profunda con Dios. Aprende a deleitarte en su presencia y a escuchar su dulce voz. Deja que el te ministre al espíritu y te revele sus secretos. Caminos de paz y bendición.
- Para hacer discípulos tienes que ir, salir y buscar de manera intencional. Ya basta de encerrarte en el templo cada semana y así acallar tu conciencia. No te engañes más si tu ir a la iglesia no esta balanceado con el ir a hacer discípulos, estas enfermo, estas grave o quizás estás agonizando y no te has dado cuenta. Pídele perdón a Dios y ruega por una persona con hambre de la palabra en tu camino.
- Para hacer discípulos tienes que modelar la vida cristiana. Tu discípulo aprenderá a orar, negociar, perdonar y lidiar conflictos de ti. Estará muy atento a tu caminar cristiano con la firme intención de imitarte. Seguirá tus pasos, quizá más fielmente que tus hijos naturales. Te reproducirás en el de una forma tan fidedigna. Es por ello por lo que tu tendrás que aprender bien de Cristo y mostrarle el camino con tu ejemplo.
- Un discípulo no se hace con una decisión de fe, una noche de concierto o una experiencia mística. Se requiere tiempo dedicación y paciencia. Jesús entreno a sus discípulos por un espacio de tres años y medio y aun así los dejo carentes de madurez, ellos tuvieron que aplicarse después y repetir algunos de los pasos que el Maestro les enseño. No hay una fórmula rápida, aunque parezca que algunos maduran rápido, la verdad es que necesitaran tiempo.
La pandemia nos ha cerrado los templos y nos tiene encerrados en nuestras casas. Comenzamos allí, en nuestros hogares, oremos al Espíritu Santo que nos guie para hacer discípulos. Comencemos aprovechando el tiempo teniendo devocionales con nuestras familias y buscando el rostro De Dios con pasión. Y que Dios sea glorificado.