Hagan lo que quieran, lo que se les antoje, lo que les plazca. Te cayó mal el vecino? Saca tu pistola, dale un balazo, disfruta al ver su agonía y el sufrimiento de la familia. Nadie te juzgará. Te gusto la jovencita que vive en la otra cuadra? Arrebátala con tigo y abusa de ella. Disfruta al verla retorcerse de dolor y vergüenza. Después la tiras desnuda en algún callejón sin importarte si vive, muere o se suicida.Quieres dinero? Roba, asalta, vende droga, secuestra o lo que quieras. Aquí no hay ley, nadie te juzgará, eres libre. Abrazos no balazos para ti. Piensa en un mundo así, sin leyes ni restricciones, sin jueces que condenan y juzgan, sin sacerdotes, Pastores o profetas que, cual Juan el Bautista nos redarguyan por la Mala conducta. Que sería de una sociedad así? Que no cree en el Dios revelado en la Biblia y se rige solo por sus instintos?
Quienes debieran poner el ejemplo, fallaron, y solo les queda una esperanza: la voz profética llamando al arrepentimiento. Más ahora el mensajero profético, también se ha corrompido. Ya no hay un mensaje sano, centrado sino uno que se acomoda y se vende al mejor postor sin importar la conducta y el temor De Dios.
Miqueas 3:5 Relata la siguiente tragedia:
Así a dicho Jehova acerca de los profetas que hacen errar mi pueblo, y clama paz: cuanto tienen algo que comer, y al que no les da de comer proclaman guerra contra el.
Así las cosas, así la corrupción moral en los tiempos del profeta. El pueblo decidió darle la espalda Dios y sus mandamientos, prefiriendo escuchar a los malos predicadores, aquellos que solo les profetizaban paz y les engañaban con palabras lisonjeras. Buena oratoria, quizás, pero malas intenciones y malos resultados.
Que el Justo me castigue será un favor y que me reprenda será un bálsamo para mi vida. Decía David, en el Salmo 141:5
La calamidad más grande que nos puede pasar como sociedad es que quienes nos guían con su liderazgo, nos engañen, traicionen y mientan llevándonos así a un callejón sin salida. A la desesperanza total.
Que Dios nos ayude enviándonos buenos mentores, gente que nos desafié a ser mejores, a pagar el precio a valorar lo que en verdad vale y a desechar lo profano, lo vulgar y lo corriente. Hombres que nos hablen con la verdad y nos exhorten con el ejemplo.
Si tienes un buen pastor, que te enseña la Palabra De Dios. Agradece al Dios altísimo y honra ese ministerio.