
“Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre.”
Apocalipsis 10:10 RVR1960
https://bible.com/bible/149/rev.10.10.RVR1960
El libro con el evangelio de la gracia de Dios al cual solo el Cordero pudo abrir ahora está a la disposición de Juan y se le ordena comerlo.
El evangelio no es religión, es experiencia, es comunión, es intimidad con Dios. Tienes que comerlo, experimentarlo y vivirlo. Comer el evangelio tiene que ver con aprovecharle todos los nutrientes y hacerlo nuestro. No basta con oír, decir o afirmar. Se requiere practicar.
Era dulce en mi boca
Más dulce que la miel es la palabra de Dios. La verdad de Dios siempre será una bendición y un deleite para el alma. Las buenas nuevas son como agua para el alma sedienta. No le debes nada a Dios. El perdona todos tus pecados, solo tienes que creer en Jesús. Su sacrificio perfecto fue por ti. !Estas son nuevas de gran gozo!!! Dulzura a mi paladar.
Amargo en mi vientre
No basta con creer y recibir, tenemos que digerir la verdad y debemos ponerla en práctica. Es aquí donde comienza la crisis personal, donde aparece la desaprobación de la sociedad y la persecución por causa de la fe. Donde los enemigos del hombre son los de su propia casa. Donde se experimenta el dolor del desierto y la soledad. Donde las lágrimas se vuelven nuestro pan diario por causa del testimonio.
El evangelio es la perla de gran precio. El librito ha de ser ingerido , y digerido, y vivido totalmente. Dulce al paladar, más amargo para el vientre. Quien no quiera pagar el precio que se abstenga de participar. El reino de los cielos se hace fuerte y los violentos lo arrebatan.
Lo demás es lo de menos