Adoración profunda

Adorando con los 144 mil

El capítulo 7 de Apocalipsis nos revela la nacionalidad de estos 144 mil. Y el 14 nos complementa de otras características.

Todos son Judíos por desendencia directa 12 mil de cada tribu.
Todos fueron redimidos de entre la tierra
Todos siguen al cordero
Todos son virgenes
Todos son primicias para Dios
Todos no dicen mentiras
Todos son sin mancha
Todos han sido sellados en sus frentes.

Aquí vemos la gracia soberana de Dios usando a los descendientes directos de Abram para una misión especial en la tierra: Ser heraldos del amor de Dios durante el tiempo del gran sufrimiento que vendrá.

Aprendemos que Dios tiene vasijas de honor, y los 144 mil han sido seleccionados por causa de su linaje pero también por su fidelidad, honestidad y santidad. “Sed santos como vuestro padre celestial es santo”. Aunque hoy vivimos en la gracia el llamado a la santidad es igual. Si queremos ser usados por Dios necesitamos apartarnos, renunciar al pecado y vivir para El.

El motivo de la reunión es “cantar un cántico misterioso delante de Dios” tienen arpas y se disponen a honrar al que es digno. Parece que su gran tarea a terminado, están reunidos con el Cordero y alaban al Señor. Al parecer se entabla una conexión espiritual profunda de manera que se escucha el ruido de la adoración, más Juan no la puede entender.
Hay una adoración que sale del alma, son “gemidos indecibles” que solo el Espíritu Santo lo entiende. Al parecer es el tipo de comunión que se está dando en este acto. “Estos están ebrios” exclamaron en Jerusalén cuando vieron a los 120 recibir al Espíritu Santo.
“Digiere tu vino y vete a tu casa” le dijo Eli a Ana al verla llorar ante el altar. Pues movía sus labios, pero no se distinguían las palabras.
La mente humana no alcanza a comprender las cosas del Espíritu.

Que Dios nos ayude a entrar en una comunión íntima, espiritual y genuina. Aunque los que nos vean no entiendan.

Que nuestro espíritu, se conecte con el Espíritu de Dios y nos ayude a mantener una comunicación fluida con lo divino.

Lo demás es lo de menos